No perdamos tiempo en rodeos y generalidades sino fijemos metas concisas y claras. Tengamos estos propósitos presentes durante todo el proceso de la preparación y mientras predicamos. Al llegar al final del mensaje se podrá hacer un llamado inequívoco a los oyentes para que apliquen la Palabra a sus vidas. ¿Puede imaginarse ahora la diferencia tan grande entre el mensaje preparado por un predicador que sabe claramente lo que pretende, y uno preparado sin meta específica?
Page 27